domingo, julio 30, 2006

Un Pequeño Re-Cuento


Aquel 2 de Julio, Para las campañas la carrera había terminado, las esperanzas de un cambio estaban puestas, las encuestas apuntaban a distintas direcciones, la desconfianza al pasado se asomaba, pero la fe de millones era evidente, se percibía como la votación mas concurrida en la historia de México.

Habían pasado unas largas y controversiales campañas, escándalos, coacciones, debates y anuncios, por primera vez había un gran numero concurrido de observadores internacionales. El Instituto Electoral anunciaba estar listo, El Jefe de este Instituto mostraba un rostro serio y de una gran fuerza moral, transmitiendo una solides y blindaje a la democracia y a la desición que el pueblo tomaría. El día empezó a marcar su avance.

Como era de esperarse, en algunas zonas del país llovía a cantaros, en otras solo las sombras de algunas nubes amenazaban, en otras el sol brillaba con esplendor y en otras el cielo tenia una marcada calma como si compartiera con todos la espera de la noche, la noche que anunciaría si México decidiría un cambio o prevalecería la historia anunciada y que era parte de los ciclos históricos del país.

Dieron las 11 de la noche y el presidente Zedillo dio su mensaje a la nación, Vicente cumplía 58 años y llegaba a la presidencia de la Republica. Las cifras contundentes de al menos 6.5% de diferencia con Labastida eran suficiente prueba de la desición del Pueblo de México. La euforia era palpable, la incredulidad había sido vencida y la tranquilidad reemplazaba la inquietud que muchos tenían de que un pequeño margen de diferencia podría llevar a disturbios e incertidumbre. México había votado por el Cambio.

Fox anunciaba desde la sede del PAN: "Este es un momento de democracia, el momento del cambio que nuestro país deseaba". La multitud se enfilo cerca de la 1 de la mañana hacia "El Ángel", entonando el "Ya", El "Hoy" que se repetían con un jubilo, fervor y orgullo. Era el momento del triunfo para tantos.

En esa misma noche el escepticismo, la suspicacia y el miedo a la desilusión, tan tradicionales México, se asomaban en nuestra sonrisa. Miles gritamos, rezamos y rogamos: "¡No nos falles, Vicente. No nos falles!"

"Todo cambia para que todo siga igual - il Gattopardo"